Cuando el país, como hoy, marchaba atientas, cuando el rumbo de nuestro destino cruzaba abismos y sombras, cuando la política dependía del capricho de un tirano, la voz altiva y vibrante de Alfredo Pérez Guerrero se hacía escuchar, aún a costa de su libertad y de su vida. A los 55 años de su muerte, en esta hora de tantas dudas y desafíos para la Patria es necesario evocar su pensamiento puro y su luminosidad espiritual. Como jurista, legislador, periodista, escritor y catedrático jamás cedió un ápice en su socialismo societario libertario y profundamente humanista. Luchó tenazmente por defender al pueblo y hacerlo avanzar por los senderos de la moral, la libertad y la justicia, negados todos por una sociedad ignominiosa. En su defensa de la cultura, de la educación y de la universidad ecuatoriana jamás arredró su ánimo, ni las amenazas de la oligarquía.
Jorge Enríquez Páez
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