Desgracia

PATRICIO CÓRDOVA CEPEDA

Lo ocurrido el pasado día viernes 8 de diciembre nos causa dolor y tristeza, es una desgracia inesperada, que a lo mejor nadie podía imaginar, ya que si transitamos por las veredas es de suponerse que no corremos peligro, que hay seguridad, cuando de pronto un ser humano, humilde y buen trabajador municipal, es fuertemente golpeado por la caída de un árbol, lo que luego ocasionó su muerte, pese a los esfuerzos para salvar su valiosa vida.

Esto sucedió en pleno centro de la ciudad, en donde alentamos por supuesto la presencia de vegetación, como únicas posibilidades de pulmones naturales para combatir el avance de la contaminación y de la era moderna.

Como toda muerte violenta es menester que los organismos respectivos investiguen las causas del acontecimiento, si se podía o no prevenir, quién o quiénes son los responsables del manejo adecuado de estos temas, bien entendido que los servidores públicos asumen obligaciones por acción u omisión, lo que conlleva consecuencias jurídicas. Se dirá que en un asunto tan trágico no está bien echar leña al fuego, por la emotividad del caso, pero al fin y al cabo lo esencial es que nos informen qué mismo pasó, qué tipo de control técnico se hace, cómo actúan los organismos pertinentes en estos momentos y fundamentalmente en prevención.

Desaparece una vida, como hace algunos años se produjo en la restauración del edificio de la gobernación, sin que tengamos información amplia y suficiente, que todo quede claro, que no se encubra nada y se transparente el hecho.
Los trámites en el Ministerio de Ambiente para derribar árboles, la vegetación, deben ser ágiles y no excesivamente burocráticos, mucho más si de por medio está el bienestar, seguridad y protección del ser humano. Exijamos acciones oportunas.