Del “realismo mágico” al adefesio

La elección de D. Patricio Aylwin como presidente constitucional marcó el retorno de Chile a la democracia, a cuya transmisión de mando asistí como invitado junto con otros compatriotas.  A este suceso también asistió D. Gabriel García Márquez, cuyos anfitriones me contaron que por pedido suyo le llevaron a almorzar al Mercado Central de Santiago. Repentinamente, surgió  una trifulca de proporciones épicas. El Premio Nobel, desoyendo a sus custodios, resolvió presenciar lo que ocurría, encontrando que en medio de lechugas, pimientos y tomates que volaban por el aire, el protagonista era un señor que postrado desde su silla de ruedas repartía “karatazos” en contra de sus tres atacantes. El máximo representante del realismo mágico latinoamericano había exclamado: “Después dicen que yo me invento las cosas”.

En la parroquia rural donde vivo, un sábado cualquiera apareció una señora con una mesa rústica, un balde y una percha de la que colgaba un chancho. Varias semanas después había agregado una bombona de gas, algunos peroles y una carpa para ofrecer comodidad a su clientela, mientras ella y el marrano permanecían expuestos a las inclemencias climáticas. De un tiempo acá, es común ver un despliegue de vehículos municipales; sin embargo, no se trata de inspecciones sanitarias rutinarias sino de una clientela en aumento. Sin duda, el emprendimiento va en auge: aunque aún no cuenta con una nevera, ya tiene un llamativo letrero, “FRIGORÍFICO DOÑA ENMITA”, donde anuncia sus viandas que tanto perfuman el ambiente. A los ocasionales extranjeros que me visitan solo se me ocurre decirles, entre furioso y resignado: “ Such is life in the tropics”.

Del trópico nacional también es oriunda doña Lorena Bobbit, cuyo nombre adquirió fama mundial luego de un sonado juicio por haber cercenado la virilidad de su marido abusador. Si bien el caso fue llamativo, el folclorismo local también estuvo a la altura: tanto el presidente como el Congreso Nacional le homenajearon oficialmente. “Entre lo solemne y lo ridículo hay un lindero muy frágil”, solía decirme un viejo amigo. No muy cerca pero no tan lejos, es el homenaje que también le hizo el Congreso a un joven artista por haber obtenido el primer lugar en un programa mexicano de televisión, consistente en imitar la voz de cantantes famosos. Así se estimula el talento nacional: ¡imitando el de otros!

Estos dislates no son cosas del pasado. Acaba de ocurrir en estos días con el inefable presidente de la Asamblea Nacional, que sin inmutarse recibió un feroz “hijueputa”, salido espontáneamente del periodista que le entrevistaba. No está en discusión si era merecido o no, pero todo continuó normalmente luego de la disculpa respectiva. El mismo inefable, dentro del marco de la solemne conmemoración del 487 aniversario de la Fundación de Guayaquil, entregó un reconocimiento a quien llegó a ser la primera presidenta mujer de FEDEGUAYAS. Cuando le hicieron notar que su gestión en esa entidad fue muy cuestionada, con la misma pasividad demostrada antes, respondió que lo hizo ante el pedido de algunos asambleístas. ¡Así se devalúan los significados de los homenajes y de las instituciones que las otorgan!

Esperemos que, en las próximas elecciones parlamentarias, la gente se acuerde de quiénes y  cuáles son los partidos que han llevado a que la aceptación de la Asamblea actual esté en el minúsculo 3%. 

¡Ojalá alguna vez podamos evitar el tránsito del realismo mágico al adefesio!