POR: EDUARDO CHIRIBOGA APONTE
Se aproximan las definiciones para las elecciones de febrero de 2017 y se mantiene en un 70% la indecisión de los electores. Se tejen varias elucubraciones posibles. En el oficialismo, al parecer, no hay acuerdo para el binomio de Moreno, apostándolo todo a la sospechosa división de la oposición y al control del Concejo Nacional Electoral (CNE) y de la Corte Constitucional, por lo que si hubiere segunda vuelta, AP tendría sus días contados. Mientras eso ocurre, pocos entienden el distanciamiento entre Lasso y la “Unidad”, haciéndole el juego al gobierno.
Quedando pocos días para el cierre de candidaturas, la aparición de un “mesías” se va esfumando, además, el país no desea elegir a desconocidos y se espera que el ganador que fuere electo, inicie un cambio de modelo de desarrollo urgentemente. Y el olvidado sector agropecuario espera ser la base para lograrlo. La población urbana crece sostenidamente reduciendo el espacio de tierras productivas, amenazando la soberanía alimentaria. La población para el 2025 se duplicará, mientras el hectareaje productivo será el mismo, o menor.
El primer mundo subsidia a sus agricultores haciéndole dumping al resto del mundo agrario, mientras aquí se los explota y se les satura de impuestos y permitiendo se acapare la producción nacional en pocas empresas agroexportadoras. Los monopolios y monopsonios son responsables la emigración del campesinado a las urbes.
Creen que darle créditos, que difícilmente honrarán por la baja de los precios de los comodities, es suficiente, sin pensar en incorporarlos al sector secundario y terciario de la economía, lo que blindaría nuestro aparato productivo de choques externos. Sembrar de agroindustrias e industrias al país de manera técnica, es la vía inclusiva para el desarrollo nacional, generando empleo y mejorando el nivel de vida del productor campesino en general. Y los candidatos eluden tocar el tema, pues incomoda a sus financistas.
Yo pregunto, ¿hasta cuándo el sector agropecuario seguirá a la deriva? ¿Hasta cuándo seguirán explotando al productor los grupos de poder allegados al gobierno de turno? ¿No está claro acaso, que este es el único camino hacia el desarrollo sostenido de la sociedad en su conjunto?