Impunidad vs paz

Mariana Velasco

Sobre la impunidad no se construye la paz, como tampoco es posible hacer desaparecer la grieta por decreto presidencial. En tiempos difíciles caracterizados por increíbles niveles de violencia y creciente hostilidad, es indispensable unirse en la lucha contra la impunidad. La búsqueda de justicia puede adoptar muchas formas y esclarecer la verdad es una de las fundamentales. No hacen falta lentes de aumento para advertir y reconocer que la inequidad, injusticia social, democracia y la impunidad como norma, están ausentes de nuestra sociedad. Serán caldo de cultivo para nuevos eventos como los vividos este mes, si el Gobierno no genera un cambio social a través de políticas públicas que beneficien a los que menos tienen. Encontrar la verdad es esencial para lograr paz duradera.

Se requiere de mucha cooperación y buena voluntad para re construir la confianza, respeto y tolerancia como bases sólidas de la democracia. Es tarea de todos re encontrarnos después de la destrucción del país, no solo material, sino como sitio de encuentro, como casa de todos. Quemaron la esperanza. Después de las lecturas y aprendizajes del último paro nacional, el Gobierno debe tomar la decisión de rastrear y recuperar los 70.000 millones de dólares que ingresaron a un régimen corrupto. En otras naciones esas operaciones fueron posibles. Debe depurar cuadros y extirpar a los lacayos del correísmo de permanecer enquistados en el poder remando en favor de la impunidad, así como los topos en mandos medios, boicoteando. Asambleístas haciendo de la suya, jueces que se frotan las manos para devolver el favor a quienes como titiriteros les dieron los cargos, aún sin merecerlos.

Señor Presidente, su primera obligación es con el pueblo y no con aquellos que pretenden una mesa servida. Es hora de ponerle fin a las divisiones, tal cual fue su promesa cuando asumió el poder hace más de dos años. Duele sentir como la manipulación de la furia nos ha convertido en testigos de la destrucción, como el poder de la ira transformó a los vecinos en enemigos. Se evaporó la convivencia, la mínima certeza. Se rompió la confianza en el otro, en la autoridad y la razón. Quienes no militan en el frenesí que convoca a la destrucción, quedaron transformados en objeto, no de respeto, sino de venganza. Lograron potenciar la intransigencia. Ahora evito hablar de política con conocidos cuyas preferencias desconozco y con amigos cercanos cuyas opiniones conozco a la perfección.

[email protected]

Mariana Velasco

Sobre la impunidad no se construye la paz, como tampoco es posible hacer desaparecer la grieta por decreto presidencial. En tiempos difíciles caracterizados por increíbles niveles de violencia y creciente hostilidad, es indispensable unirse en la lucha contra la impunidad. La búsqueda de justicia puede adoptar muchas formas y esclarecer la verdad es una de las fundamentales. No hacen falta lentes de aumento para advertir y reconocer que la inequidad, injusticia social, democracia y la impunidad como norma, están ausentes de nuestra sociedad. Serán caldo de cultivo para nuevos eventos como los vividos este mes, si el Gobierno no genera un cambio social a través de políticas públicas que beneficien a los que menos tienen. Encontrar la verdad es esencial para lograr paz duradera.

Se requiere de mucha cooperación y buena voluntad para re construir la confianza, respeto y tolerancia como bases sólidas de la democracia. Es tarea de todos re encontrarnos después de la destrucción del país, no solo material, sino como sitio de encuentro, como casa de todos. Quemaron la esperanza. Después de las lecturas y aprendizajes del último paro nacional, el Gobierno debe tomar la decisión de rastrear y recuperar los 70.000 millones de dólares que ingresaron a un régimen corrupto. En otras naciones esas operaciones fueron posibles. Debe depurar cuadros y extirpar a los lacayos del correísmo de permanecer enquistados en el poder remando en favor de la impunidad, así como los topos en mandos medios, boicoteando. Asambleístas haciendo de la suya, jueces que se frotan las manos para devolver el favor a quienes como titiriteros les dieron los cargos, aún sin merecerlos.

Señor Presidente, su primera obligación es con el pueblo y no con aquellos que pretenden una mesa servida. Es hora de ponerle fin a las divisiones, tal cual fue su promesa cuando asumió el poder hace más de dos años. Duele sentir como la manipulación de la furia nos ha convertido en testigos de la destrucción, como el poder de la ira transformó a los vecinos en enemigos. Se evaporó la convivencia, la mínima certeza. Se rompió la confianza en el otro, en la autoridad y la razón. Quienes no militan en el frenesí que convoca a la destrucción, quedaron transformados en objeto, no de respeto, sino de venganza. Lograron potenciar la intransigencia. Ahora evito hablar de política con conocidos cuyas preferencias desconozco y con amigos cercanos cuyas opiniones conozco a la perfección.

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Sobre la impunidad no se construye la paz, como tampoco es posible hacer desaparecer la grieta por decreto presidencial. En tiempos difíciles caracterizados por increíbles niveles de violencia y creciente hostilidad, es indispensable unirse en la lucha contra la impunidad. La búsqueda de justicia puede adoptar muchas formas y esclarecer la verdad es una de las fundamentales. No hacen falta lentes de aumento para advertir y reconocer que la inequidad, injusticia social, democracia y la impunidad como norma, están ausentes de nuestra sociedad. Serán caldo de cultivo para nuevos eventos como los vividos este mes, si el Gobierno no genera un cambio social a través de políticas públicas que beneficien a los que menos tienen. Encontrar la verdad es esencial para lograr paz duradera.

Se requiere de mucha cooperación y buena voluntad para re construir la confianza, respeto y tolerancia como bases sólidas de la democracia. Es tarea de todos re encontrarnos después de la destrucción del país, no solo material, sino como sitio de encuentro, como casa de todos. Quemaron la esperanza. Después de las lecturas y aprendizajes del último paro nacional, el Gobierno debe tomar la decisión de rastrear y recuperar los 70.000 millones de dólares que ingresaron a un régimen corrupto. En otras naciones esas operaciones fueron posibles. Debe depurar cuadros y extirpar a los lacayos del correísmo de permanecer enquistados en el poder remando en favor de la impunidad, así como los topos en mandos medios, boicoteando. Asambleístas haciendo de la suya, jueces que se frotan las manos para devolver el favor a quienes como titiriteros les dieron los cargos, aún sin merecerlos.

Señor Presidente, su primera obligación es con el pueblo y no con aquellos que pretenden una mesa servida. Es hora de ponerle fin a las divisiones, tal cual fue su promesa cuando asumió el poder hace más de dos años. Duele sentir como la manipulación de la furia nos ha convertido en testigos de la destrucción, como el poder de la ira transformó a los vecinos en enemigos. Se evaporó la convivencia, la mínima certeza. Se rompió la confianza en el otro, en la autoridad y la razón. Quienes no militan en el frenesí que convoca a la destrucción, quedaron transformados en objeto, no de respeto, sino de venganza. Lograron potenciar la intransigencia. Ahora evito hablar de política con conocidos cuyas preferencias desconozco y con amigos cercanos cuyas opiniones conozco a la perfección.

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Sobre la impunidad no se construye la paz, como tampoco es posible hacer desaparecer la grieta por decreto presidencial. En tiempos difíciles caracterizados por increíbles niveles de violencia y creciente hostilidad, es indispensable unirse en la lucha contra la impunidad. La búsqueda de justicia puede adoptar muchas formas y esclarecer la verdad es una de las fundamentales. No hacen falta lentes de aumento para advertir y reconocer que la inequidad, injusticia social, democracia y la impunidad como norma, están ausentes de nuestra sociedad. Serán caldo de cultivo para nuevos eventos como los vividos este mes, si el Gobierno no genera un cambio social a través de políticas públicas que beneficien a los que menos tienen. Encontrar la verdad es esencial para lograr paz duradera.

Se requiere de mucha cooperación y buena voluntad para re construir la confianza, respeto y tolerancia como bases sólidas de la democracia. Es tarea de todos re encontrarnos después de la destrucción del país, no solo material, sino como sitio de encuentro, como casa de todos. Quemaron la esperanza. Después de las lecturas y aprendizajes del último paro nacional, el Gobierno debe tomar la decisión de rastrear y recuperar los 70.000 millones de dólares que ingresaron a un régimen corrupto. En otras naciones esas operaciones fueron posibles. Debe depurar cuadros y extirpar a los lacayos del correísmo de permanecer enquistados en el poder remando en favor de la impunidad, así como los topos en mandos medios, boicoteando. Asambleístas haciendo de la suya, jueces que se frotan las manos para devolver el favor a quienes como titiriteros les dieron los cargos, aún sin merecerlos.

Señor Presidente, su primera obligación es con el pueblo y no con aquellos que pretenden una mesa servida. Es hora de ponerle fin a las divisiones, tal cual fue su promesa cuando asumió el poder hace más de dos años. Duele sentir como la manipulación de la furia nos ha convertido en testigos de la destrucción, como el poder de la ira transformó a los vecinos en enemigos. Se evaporó la convivencia, la mínima certeza. Se rompió la confianza en el otro, en la autoridad y la razón. Quienes no militan en el frenesí que convoca a la destrucción, quedaron transformados en objeto, no de respeto, sino de venganza. Lograron potenciar la intransigencia. Ahora evito hablar de política con conocidos cuyas preferencias desconozco y con amigos cercanos cuyas opiniones conozco a la perfección.

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