En Chical aseguran que se quiere estigmatizar con información imprecisa

EL CHICAL

“El Chical es un paraíso turístico y remanso de paz que intentan estigmatizar con información que carece de veracidad y nos perjudica”, dice Darwin Chamba, conductor de una camioneta de servicio público de esta parroquia, ubicada a 100 km de Tulcán.

“Anteriormente se nos dijo que estábamos ubicados en una zona roja, ahora las actuales autoridades quieren hacer creer que la inseguridad se está desbordando”, agrega este conductor, quien alterna esta profesión con la agricultura.

Como él, decenas de personas están molestas y preocupadas en esta jurisdicción con 4.500 habitantes, donde la principal actividad es la agricultura. Advierten que ese tipo de información imprecisa ahuyenta a los visitantes y hace mucho daño a esta población.

Retornar a este mágico lugar es evidenciar que ha entrado en un franco proceso de desarrollo, pese a que la inversión estatal y la que realizan los gobiernos seccionales (provincial y municipal) es mínima.

La existencia de cuatro hoteles, cuatro restaurantes, dos discotecas, dos cantinas, tres billares y una piscina, prueba que a pesar de encontrarse en una zona que es considerada como sensible, está logrando importantes avances en infraestructura turística.

Percepción

El pasado martes, en la Subzona de Policía, diferentes autoridades dejaron entrever que el consumo de licor es alto, fenómeno que estaría poniendo en riesgo la seguridad interna de este cálido poblado.

Para Nilo Ortiz, presidente de la Junta Parroquial, el asesinato registrado hace tres semanas en la parte posterior del polideportivo de Chical, en el que está involucrado un indígena awá, de origen colombiano (que está detenido en Tulcán), es un hecho aislado que no puede ser interpretado como sinónimo de inseguridad.

No obstante, reconoce que es necesaria la presencia del Estado en estos lugares y enfatiza que la justicia debe ser más efectiva, sancionando ejemplarmente a quienes atentan contra la seguridad. Se refiere al caso de un ciudadano que fue sorprendido con un arma de fuego, bastantes dólares y que fue liberado en Tulcán.

Jafet Leyton, teniente político, sostiene que el licor no es la causa del problema sino la falta de servicios y atención. “Se trata de un problema social que debe ser abordado con asistencia técnica y la creación de espacios para la recreación”.

Acciones

Leyton cuenta que están fortaleciendo un proceso de seguridad ciudadana, que no es nuevo y que está calando en la Unidad Educativa Ecuador. Hoy, los estudiantes saldrán a las calles para socializar la Ley de Tránsito, hablar sobre las restricciones que existen para el uso de armas, y los efectos negativos que provoca el consumo de licor artesanal.

Además, con la comunidad awá están complementando una articulación para brindar mayor conocimiento sobre la justicia indígena y la justicia tradicional, el objetivo –dice- es apostarle a una real cultura de paz.

“Lamentablemente existe la mala concepción de que una vez que cometen un delito en Colombia o Ecuador, pasan a radicarse en el país donde creen que no van a ser detenidos o juzgados, por lo que se coordinan acciones con las comunidades y resguardos de ambos territorios para acabar con la impunidad”, agrega Leyton.

Se han estructurado Brigadas de Seguridad Comunal con grupos de 10 personas, que son capacitadas y orientadas sobre Derechos Humanos y seguridad. Este fin de semana en La Esperanza, a través de un trabajo coordinado entre ciudadanía y autoridades se socializará un manual de convivencia pacífica y de respeto.

Diario La Hora, tras un recorrido por el noroccidente, comprobó que en este territorio existe tranquilidad y que el orden público no ha sido alterado. La poca presencia policial no es un pretexto para que las actividades no se desarrollen normalmente. (CMRV)

TOME NOTA

En la Tenencia Política calaran que no fueron clausurados bares clandestinos sino que sus propietarios no habían actualizado los permisos de operación.