¡Cuidado!

Freddy Rodríguez

Anhelo fervientemente que, al final del día, este artículo sea archivado en el cajón del olvido, porque su contenido perdió toda actualidad. Hoy jueves, que escribo estas líneas, parecería que se está consumando una de las mayores estafas políticas que recuerde la historia, que ocasionaría la decepción de la inmensa mayoría que el 7 de febrero, y más aún el 11 de abril, le apostamos a una propuesta política que se presentaba a sí misma como la antítesis del nefasto correato. Sucede que, en aras de una supuesta “gobernabilidad”, se estaría fraguando un vergonzoso acuerdo legislativo entre los partidos políticos CREO y PSC, que ganaron las elecciones, con el correísmo, que las perdió. ¿Estaremos alucinando? ¿Qué le digo a mi hija de 18 años, con quien mantuvimos largas conversaciones sobre el peligro que representaba el retorno de la mafia política al poder, y a regañadientes votó por Lasso porque no había opción? Seguramente saldrán a decir los magos del pragmatismo “que el fin justifica los medios”, y que lo “importante es construir acuerdos y tender puentes con los adversarios”, cuando todos sabemos que más que un acuerdo se trata de un chantaje político, para lograr la impunidad de aquellos que llenaron sus sucias faltriqueras con el dinero de todos los ecuatorianos. Ya se habla de crear una “comisión de la verdad”, para que revise los procesos que culminaron con la condena de la banda delictiva, revisión que, si bien no tendría efecto jurídico aquí, les serviría a los interesados para acudir a cortes internacionales y argumentar que son más puros y cándidos que monja de claustro, y que hubo una persecución política en su contra. Los acuerdos en la Asamblea son indispensables, obvio, pero sin cruzar esas “líneas rojas”, a las que se refirió con tanto acierto el miércoles en esta página mi gran amigo Angel Polibio Chaves.  El costo político de tamaño dislate lo pagará Lasso; sus “nuevos amigos” le darán la espalda a la primera de bastos, y ya los veo en las calles pidiendo su cabeza y el retorno del prófugo mayor. Tungurahua derrotó al correísmo ampliamente, y la decepción podría ser de la misma magnitud. ¡Cuidado, señor Lasso!