San Miguel, el custodio de la ciudad

Sitio. Desde la cima de una colina, en el barrio Priorato, San Miguel custodia Ibarra.
Sitio. Desde la cima de una colina, en el barrio Priorato, San Miguel custodia Ibarra.

El patrono de Ibarra tiene una vista privilegiada de toda la urbe y sus encantos, en lo alto de una colina.

Redacción IBARRA

Desde un escenario donde se observa a Ibarra en toda su plenitud, el arcángel San Miguel vigila día y noche a la ciudad que lo convirtió en su patrono.

El municipio de Ibarra comenzó a edificar el monumento en su honor, de 13 metros de alto, sobre una base de 9 metros, en el año 1999, simbolizando al guardián permanente de la urbe, en un mirador a unos 3 kilómetros del centro urbano.

En este lugar se aprecia, con vista privilegiada, plenamente al volcán Imbabura, al Cotacachi, la loma de Guayabillas, río Tahuando, las edificaciones emblemáticas y patrimoniales de la ciudad, así como la laguna de Yahuarcocha, desde uno de sus costados.

Representación. A San Miguel se lo retrata como un guerrero, con espada, en combate o triunfando sobre algún demonio.
Representación. A San Miguel se lo retrata como un guerrero, con espada, en combate o triunfando sobre algún demonio.

Guardián celestial

Según los relatos religiosos, San Miguel es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyos nombres aparecen en la Biblia. Los otros dos son Gabriel y Rafael.

“La Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama ‘Príncipe de los espíritus celestiales’, ‘jefe o cabeza de la milicia celestial’. Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento”, relata el grupo religioso ‘Las Siervas de los Corazones’.

Precisamente, la representación en el arte de San Miguel es como un ángel guerrero, como ‘el conquistador de Lucifer’, poniendo el talón sobre su cabeza y amenazándole con su espada, traspasándolo o presto para encadenarlo para siempre en el infierno.

“La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego. Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la muerte”, mencionan.

“San Miguel continúa su ministerio angélico en relación a los hombres hasta que nos lleva a través de las puertas celestiales. No solo durante la vida terrenal, San Miguel defiende y protege nuestras almas, él nos asiste de manera especial a la hora de la muerte ya que su oficio es recibir las almas de los elegidos al momento de separarse de su cuerpo”, indican.

En 1999 comenzó la construcción del monumento a San Miguel de Ibarra, en el mirador del Alto de Reyes.