Hoy cumplen siete días de la huelga de hambre emprendida por un grupo de maestros jubilados de Santo Domingo, como una forma de presionar al gobierno nacional para que les pague sus indemnizaciones en efectivo y no en bonos. En una carpa ubicada en los bajos del Municipio, se observan rostros cansados que reflejan agotamiento y dolor, al ver como son tratados luego de tantos años de trabajo y entrega a la docencia.
María Cristina Álvarez tiene 61 años de edad, ella junto a Alicia Rivera, de 65 años, son dos de los cinco maestros que se han acogido a la huelga de hambre, dijeron que no quieren bajar el ánimo, pero sin embargo por la edad se les quiere quebrantar un poco la salud.
Las dos han logrado completar los siete días, mientras que los otros han sido relevados, pero indican que la lucha continúa y no están dispuestas a declinar.
Atención médica
Quienes participan de esta medida se mantienen tomando agua aromática, agua, suero oral y medicamentos que les han hecho llegar del Ministerio de Salud, institución que también les hace control médico.
Pero ya empiezan a ver malestares como dolor de estómago, calambre, dolor de cabeza y garganta, molestia al cuerpo; y en la parte emocional hay alteraciones.
“En las aulas hemos formado la sociedad en el Ecuador, y que estemos pasando estos momentos difíciles es lamentable. Llamamos al diálogo a las autoridades que procedan a cancelarnos, hacemos esto por justicia y derecho”, recalcó María Cristina.
A decir de Galo Calero, médico general, el primer riesgo que corren al no alimentarse es el de deshidratación, llegando a un nivel de afectación renal o hepática porque hay un desgaste de las reservas en el hígado. Así como presentarse hipoglucemia y desestabilización orgánica.
Recomienda que utilicen bebidas hidratantes o sueros, pero eso por un tiempo, pero ya desde el cuarto día ya empieza a sentirse otro tipo de problema como gastritis. (LMM)
EL DATO
La huelga de hambre a nivel nacional tiene 14 días, en Santo Domingo 7 días.
“Es preocupante y lamentable que tengamos que llegar a esta situación, nos hubiese gustado que sean recíprocos con nuestra labor educativa”.
María Cristina Álvarez,
Maestra jubilada