El fenómeno llamado moda es un acto extraño desde el punto de vista de lo racional, que parecería debe caracterizar al humano; es una tendencia a la imitación que tiene raíces en el instinto, que gracias a la cultura y los esfuerzos de tantos pensadores idealistas, se cree diferenciarlo de las otras especies, asunto resuelto por los avances científicos que nos ponen como un eslabón más en la cadena de la vida.
Esta tendencia de imitar, en gran medida es el motor del capitalismo y el consumo, todos quieren “tener o ser” como el otro, esto lleva a observar comportamientos aparentemente ilógicos de acuerdo con los estándares sociales prevalecientes. Este mecanismo de motivación social permite a la propaganda y/o publicidad “crear imágenes” en la mente de la gente ofreciéndole satisfacciones.
El hecho de que algunos busquen poseer coches más grandes y poderosos, para expresar su poder y presumir de su estatus económico, es contradictorio a la economía. Esos poderosos motores, que generalmente llevan una sola persona consumen al menos un 40% más de combustible que los otros vehículos. La imitación lleva también a cambiar de vehículo cada año, como cambiarse de saco; se ve entonces que hay desperdicio de recursos en un mundo al límite.
En estos tiempos hay un desatado uso de anteojos con marcos, lucidos con gran vanidad y orgullo por los jóvenes; práctica detestada en el pasado, pues la gente con problemas visuales, que usaba marcos era acosada con el clisé de “cuatro ojos” o “tuertos”, hoy ocurre todo lo contrario, pasó la onda de las operaciones para eliminar miopías y no usar monturas. Las faldas suben y bajan, la ropa muestra más. Este poderoso impulso instintivo aprovecha la psicología, para subyugar a los públicos convirtiéndolos en masas ciegas.